lunes, 18 de enero de 2016

23. RESTAURANTES

A mi modo de ver las cosas hay dos maneras de ir al restaurante, la primera es ir de forma habitual cada día por motivos de trabajo, por ejemplo y la otra es ir en tiempo de ocio para disfrutar de la experiencia.

En ambas opciones puede ocurrir lo siguiente: que tu acompañante se crea que porque paga tiene todos los derechos habidos y por haber.
Les cuento: no hace mucho fui a una cena con un compañero de trabajo. Quedamos en ir a cenar y aprovechar la ocasión para hablar sobre temas de trabajo. Era la primera vez que iba con él, por lo tanto en ningún momento me podía imaginar lo que acontecería durante la comida.
El restaurante lo eligió él, llegamos, nos sentamos en la mesa que nos indicó el camarero y empezamos la charla. Cuando llevábamos unos diez minutos sentados, Jaime, mi compañero, dijo cortando en seco nuestra conversación:
         -Esto ya empieza a ser desesperante.... Llevamos más de media hora y todavía no ha aparecido nadie a tomarnos nota...
Miré mi reloj y comenté:
          -Oye, que no llevamos ni diez minutos...
          -Da igual diez minutos o una hora! Esto es indignante!... -Me cortó- Oiga! Camarero! Piensa venir a tomar nota o no? Porque si no quiero hablar con el responsable!
Tras gritarle esto al pobre camarero miré a nuestro alrededor y advertí que todos los comensales nos estaban mirando.
          -Disculpe señor, -dijo amablemente el pobre camarero mientras nos traía las cartas.- Querrán algo para beber?
          -Ahora no, déjenos las cartas y ya lo escogeremos más tarde.... si no sabemos qué vamos a comer... Cómo quiere que le diga lo que beberemos!... Parece que haya empezado ayer! 
El camarero, con cara de circunstancia y mordiéndose la lengua, asintió.
Empecé a mirar la carta y Jaime hizo lo mismo. Al cabo de un rato me dijo:
          -Sabes lo que quieres?
          -Si
          -Bien -Dijo cerrando la carta- Ahora a ver lo que tardan en venir a tomar nota.
El camarero, que en vistas a los modales de Jaime nos tenía la vista puesta encima, se acercó a los pocos minutos:
          -Y bien?
         -Yo tomaré de primero una ensalada de atún y de segundo filete con salsa de pimienta. -Dije a la vez que el camarero tomaba nota.
         -Yo voy a tomar tambien una ensalada de atún, pero en lugar de atún quiero que me pongan gambitas cocidas y peladas.
El camarero le contestó:
         -Disculpe señor pero no tenemos las gambitas, si quiere podemos...
         -Pero vamos a ver! -Cortó Jaime en voz más que alta- Que clase de restaurante es este que no tienen unas tristes gambas cocidas! 
         -Bueno, la verdad es que no tenemos porque ninguno de los platos de la carta lo incluye, entonces....
He de decir que llegados a este punto yo quería fundirme.
         -A ver si nos entendemos! No tiene gambas o no quiere ponerlas! Joder! Esto es increíble!
         -Jaime, déjalo -dije tímidamente- no tienen gambas y ya está....
Tras soplar y maldecir en voz baja concluyó:
         -Bueno, si no tienen gambas... pues no comeré gambas! Ponga atún o lo que le dé la gana! 
         -Si señor, y de segundo?
         -Paella de arroz
El camarero suspiró y dijo:
         -Disculpe, pero para la paella tiene que ser como mínimo dos, lo pone en la carta.
         -Esto ya es increíble! -Chilló Jaime- Y si mi compañero no quiere arroz que pasa? Que me tengo que comer otra cosa? O es que le tengo que obligar a que coma arroz?
         -Jaime, si quieres arroz, a mi no me importa cambiar mi segundo y comemos paella los dos. -Dije.
         -Si, claro! Por culpa de esta gente tu no vas a comer lo que quieres!
         -Señor, no se ponga así -Dijo el camarero.- Hablaré con cocina y haremos una excepción para poder servirle su paella para una persona.
         -Así me gusta! -Contestó.
Tras escoger la bebida el camarero se fue de la mesa.
         -Es que la gente se cree que tenemos que comer lo que ellos quieren o qué? -Dijo en voz alta para que todo el mundo se enterase.

El primer plato fue rápido y no hubo problemas, pero con el segundo vinieron los problemas:
         -Este arroz está pasado, y además se les ha quemado! -Gritó
Yo, la verdad, ya no sabía donde esconderme.
         -Yo no pienso pagar por este plato, de manera que, o me lo cambian, o nos largamos sin pagar!
El camarero, al cual le deberían hacer un monumento a la paciencia, dijo:
         -Lo siento, me lo llevo a la cocina y veremos que podemos hacer.
Al cabo de un minuto salió el cocinero con cara de pocos amigos y llegó a nuestra mesa:
         -A ver, que le pasa al arroz? -Dijo.
         -Y me lo pregunta a mi? Si no sabe hacer arroz no lo ponga en la carta!
         -Disculpe, pero le recuerdo que hemos hecho una excepción sirviendo un plato de dos personas para usted solo, de manera que intente ser un poco más comprensivo, además, este arroz está perfecto!
         -Jaime, creo que el hombre tiene razón... yo...
Mi compañero me lanzó una mirada de ira y añadió:
         -Tu mismo, yo me largo de este cuchitril
Se levantó y se fue del restaurante dejándome sólo con el cocinero y el camarero.
         -No se preocupe -dije- Ya le pagaré lo de mi compañero.
         -No hace falta, hay gente que se cree con todos los derechos incluido el de faltar al respeto a la gente, termine de comer.-Contestó el camarero

De manera que terminé mi plato, comí los postres, pagué mi cuenta y salí del restaurante ante la atenta mirada de los demás comensales.

De camino a mi casa estuve pensando en la mala educación que tenía Jaime y en el aguante del camarero y del cocinero y me dije a mi mismo: Posiblemente yo lo hubiera mandado a hacer gárgaras a la primera de cambio, por consiguiente, sería un mal camarero, y es que, dónde está escrito que un camarero tenga que aguantar las estupideces de los clientes? Imagino que en su contrato no... sólo depende de la educación de cada uno, y en esto creo que hay mucha gente que va faltado.