jueves, 25 de septiembre de 2014

10. LOS TRABAJADORES NO TIENEN DERECHO A PONERSE ENFERMOS

En efecto, llevo dos días con fiebre... y como buen empleado....HE IDO A TRABAJAR.
Y es que prefiero contagiar a toda la oficina que tener que oír el sermón que el cabrito de mi jefe suelta a todos los que llaman diciendo que no pueden venir porque están enfermos. Siempre es el mismo y siempre actua del mismo modo: El incauto trabajador llama por teléfono por la mañana para justificar su ausencia debido a una enfermedad y él se levanta de su despacho  teléfono en mano y se dirige hacia la sala de oficinistas hablando en un tono más alto de lo habitual para que todos lo oigamos: 
         
               "Haz lo que tu conciencia te dicte! Pero piensa que yo he ido a trabajar con 40 de fiebre! Jamás he faltado a mi puesto de trabajo! Incluso cuando murió un pariente cercano mío no asistí al funeral para poder estar en el trabajo! Pero bueno, cada cual sabrá lo que hace! Ahora tus compañeros tendrán que hacer tu trabajo y posiblemente tengan que alargar su jornada porque tu no estás aquí! En fin, que te recuperes!"

Como se podrán imaginar, tras colgar el teléfono, a uno se le queda un sentimiento de culpabilidad difícil de superar.
Es por este motivo que estoy esparciedo gérmenes por toda la oficina, e incluso me he asegurado de toser muy cerca de mi jefe, a ver si realmente viene a trabajar con 40 de fiebre. Tambien he intentado que el susodicho se percate de que estoy muy enfermo pero que estoy a pie de cañón, a ver si se da cuenta que soy un abnegado trabajador. 

El problema viene con la dichosa productividad. Con tanta fiebre no doy palo al agua y mis funciones escaqueadoras estan gravemente afectadas con lo cual mi jornada laboral, que es larga de por sí, se está haciendo interminable.
Hace un rato me he pasado más de media hora en la fotocopiadora, sentado y mirando al infinito. Luego he simulado buscar unos expedientes en la habitación de los archivadores durante media hora más. Seguidamente me he ofrecido para ir a comprar la leche de la Nespresso al supermercado... porque yo he tirado la que había por el retrete para poder escaquearme. No hace falta decir que me he pasado cuarenta y cinco minutos en el super. Y luego estan las llamadas ficticias. Descuelgo el teléfono y simulo hablar con un cliente durante un buen rato. Esto no es nada fácil, ya que tengo que desconectar el cable de mi terminal disimuladamente, no vaya a ser que me llamen mientras hablo solo. La cuestión es que el supervisor vea que estoy ocupado. Pero no es tarea fácil, siento que cada vez tengo más fiebre y la sensación de frío aumenta, con lo que mi estáncia en la oficina se está conviertiendo en una pesadilla... y todo por no tener que oír al tirano de mi jefe como me tira en cara que soy una mala persona.
Creo que pediré permiso para ir a la farmacia a comprar un ibuprofeno. Mi jefe seguro que pensará que soy un tipo dedicado a la empresa ya que, en lugar de querer marcharme, deseo permanecer en mi puesto y para ello necesito medicación.

          "Como? Que quieres ir de paseo porque te encuentras un poco mal? Tu quédate donde estás, y cuando llegue la hora te vas a casa, te tomas algo y te metes en la cama a sudar. Mañana estarás como nuevo!"

Maldita sea mi estampa! He olvidado que mi jefe es un explotador y un tirano. Maldita sea!




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